Los inversores temen que la guerra entre la Comisión Europea y el BCE aumente las primas de riesgo
En los prolegómenos de las reuniones de la Reserva Federal de Estados Unidos -mañana miércoles- y del Banco Central Europeo -el jueves- para decidir sobre la intensidad del nuevo movimiento al alza de los tipos de interés, los mercados están cada vez más inquietos por la guerra soterrada entre los gobiernos y los bancos centrales, y en particular sobre las divergencias cada vez más flagrantes entre la Comisión Europea y la institución que preside Christine Lagarde, que creen que puede desembocar en un aumento de las primas de riesgo.
El BCE lleva insistiendo durante el último mes en la necesidad de que los gobiernos europeos reduzcan progresivamente su gasto público, presenten planes de consolidación fiscal creíbles a medio plazo y rechacen las medidas de carácter estructural que adoptan bajo el pretexto de proteger a los ciudadanos y que acaban suponiendo un lastre para la higiene futura de las cuentas públicas. Si se ignoran estos mensajes, la política monetaria será más estricta de lo necesario y las subidas de los tipos de interés más intensas y prolongadas, algo que se podría evitar si se restaurasen los controles del Ejecutivo comunitario, según operadores del mercado consultados por OKDIARIO.
Como es conocido, la Comisión ha vuelto a suspender las reglas fiscales para 2023, de modo que no opera la necesidad de ir acercándose al cumplimiento de los objetivos de inflación, déficit público y deuda marcados por los tratados comunitarios, y que sigue instalada por un año más una suerte de barra libre que da pie a la absoluta arbitrariedad de los gobiernos. En opinión de las fuentes consultadas, «este modelo no es viable por mucho tiempo. Es absolutamente insólito, por ejemplo, que Bruselas haya dado tácitamente el visto bueno a los presupuestos generales presentados por Sánchez, que son extraordinariamente expansivos, y así puede ocurrir con otros países». De hecho, la Comisión no ha emitido juicio alguno contrario a los planes presentados por los ejecutivos europeos, «a pesar de que casi todos son inconvenientes e inoportunos».
Las citadas fuentes creen que «hay un conflicto muy abierto, aunque sordo, sin que de momento se haya traslucido a la opinión pública, entre el BCE y la Comisión, y esto no puede acabar bien». De hecho, tanto la presidenta Lagarde como el vicepresidente, el español Luis de Guindos, llevan insistiendo durante el último mes en que el banco proseguirá los aumentos de tipos de interés hasta que la desaceleración de la inflación sea consistente y se vaya acercando al objetivo final del 2 por ciento. De momento, ha bajado del 10,6%, al 10% en noviembre, pero este es un nivel altísimo, y muy alejado de la meta prevista y establecida institucionalmente.
En concreto, el BCE piensa que la media de la inflación de la UE solo se instalará en el 7% a finales del primer semestre del próximo año, lo que exigirá continuar con las subidas de tipos de interés, «y más si no se produce un cambio de actitud por parte del Ejecutivo que preside Ursula Von der Layen». Los inversores creen que las consecuencias de esta divergencias estratégicas son peligrosas a medio plazo: «hay un riesgo claro de que las primas de riesgo, que de momento están contenidas, se disparen, amenazando de nuevo la estabilidad de la unión monetaria». Este riesgo se incrementará aún más por el anuncio del BCE de ir reduciendo su balance, es decir, recortando su cartera de bonos público de los estados miembros entre un 30% y un 35%, un movimiento que forzaría a los gobiernos a acudir al mercado en busca de financiación y a precios elevados, no prácticamente al coste cero del que han disfrutado hasta la fecha.
Esta disputa entre autoridades políticas y bancos centrales también se empieza a observar, aunque con tintes menos rotundos, en Estados Unidos, donde el Gobierno demócrata de Biden ha empezado a lanzar mensajes a la FED a fin de que suavice su ´política de normalización monetaria´. No hay visos de que su presidente, Jerome Powell, haga caso, y los inversores consultados confían en que lo mismo suceda con el BCE. «Lo que queremos es certidumbre y saber cuál va a ser el tope en el que la institución monetaria va a situar los tipos de interés. Lo que deseamos es que el combate contra la inflación tenga éxito en el menor tiempo posible», concluyen.